AURA
Walter Benjamin incluye un comentario sobre esta fotografia de Karl Dauthendey en la «Breve Historia de la Fotografía«, que según el filósofo alemán correspondía a la época de noviazgo del fotógrafo con la que después sería su esposa y a la que «poco después del nacimiento de su sexto hijo, encontró en el dormitorio de su casa de Moscú con las venas abiertas en 1855″…
Seguramente, y al igual que Benjamin, contemplaremos el retrato nuevamente y creeremos ver en la expresión de la mujer la mirada «absorta por las desgracias futuras», al igual que nos resulta inquietante el celebre retrato del conspirador Lewis Payne antes de ser ajusticiado. Benjamin entiende que el espectador se siente compelido a buscar en la fotografia «esa chispita miníscula» del azar que permite capturar en un instante una dimensión espacio-temporal del presente en la que de alguna manera «anida el futuro y que de forma elocuente, mirando hacia atrás desde el presente, nos permite descubrirlo.»
[pausa para observar detenidamente la fotografia]
Todo eso esta muy bien, hasta que llegamos al dato de que la imagen que comenta Benjamin esta tomada en 1857, dos años después de la muerte de su esposa, y que la mujer era su nueva prometida. Si contemplamos nuevamente el retrato, es probable que aquel presagio de futuro que ensombrecia la mirada de la joven se haya esfumado.
Esto no disminuye ni un ápice la validez de la teorias de Benjamin sobre el aura de la fotografia, que con el concepto del aura se anticipa a aquello presencia inconsciente que desde la fotografia punza al espectador, sin terminar nunca de desvelar su significado. No se trata de una construcción filosófica o un artificio poético: ayer mismo, contemplando unas fotografias del mar Mediterraneo procesadas en un estilo «dramático» (Isa Egea), se disparó un resorte interior que me conectó con una experiencia personal de la infancia. Por tanto, es interesante señalar como en todo el pensamiento de Benjamin, la dimensión socio-cultural e histórica de la imagen fotográfica esta siempre impregnada por la experiencia de espectador. El aura es un fenomeno intrinsicamente fotográfico y no es una simple invención intelectual; su existencia tiene que ver con el valor referencial del acto fotográfico, en cierta medida por el conjunto de saberes y conocimientos que tenemos como observadores, la proyección de nuestras propias vivencias y experiencias sobre la imagen y las reminiscencias que se convocan durante la contemplación de una imagen fotográfica.