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FLUYE

julio 26, 2022

Acabo de recibir FLUYE, el último libro de Juan Manuel Díaz Burgos, y no puedo evitar pensar que se trata de un pequeño tratado sobre mecánica de los fluidos, un manual práctico en el que se demuestra por vía empírica el modo en que dos fluidos, el agua y la vida, resuelven sus diferencias y semejanzas. El texto de Diaz Burgos no está escrito al dictado de aforismos filosóficos sobre la mutabilidad del agua, ni metáforas poéticas sobre la inevitable trascendencia de la vida. Es algo tan simple como que el rio es agua en movimiento y la vida son personas que hacen cosas en las orillas del agua… Diaz Burgos no utiliza el rio como una excusa para fotografiar personas; ciertamente, en casi todas las fotografías del libro podríamos prescindir de la figura humana y estaríamos ante un notable fotolibro de paisaje, con escenarios y composiciones que sin duda justificarían una extensa monografía; Sin embargo, ríos, cascadas, estanques y manantiales son agentes necesarios en el guion de estas historias que sólo la prodigiosa mirada de Diaz Burgos sabe contar.

FLUYE es el resultado del discurrir de 10 años (2009-2019) en los que Diaz Burgos recorrió la República Dominicana, quizá llevado por el impulso documental de contar la relación de la vida con el agua. En estos tiempos sombríos que vivimos, quizá haya alguien a quien le pueda escandalizar el humanismo optimista que recorre las páginas del libro. La lujuriosa alegría del del agua y la serenidad de las personas que viven en sus orillas, contrasta con el secarral y la angustia permanente a la que nos empuja nuestra voraz globalización. No podemos contemplar este mundo al que nos asomamos como la Arcadia de nuestros sueños, forma parte de la identidad de las gentes de la Republica Dominicana que han moldeado el curso de sus vidas con los trazados y ciclos del agua. Un libro bien distinto se podría escribir en la orilla de otro rio y con las vidas de otros seres.

En fin, que este libro no solo llega a mi biblioteca, se instala de alguna manera en mi propia biografía emocional, esa que he nutrido durante los últimos años en la búsqueda de una laguna ausente, y afianza la teoría tantos años repetida de que un tercio de nuestra identidad es el paisaje que habitamos.