Más allá del encuadre
Desde el sur sopla un nuevo aire en forma de proyecto editorial. Si en el título de la colección «Mil Palabras» resuena la promesa de nutritivas reflexiones en torno a la imagen y a la fotografía, el nombre de Juan María Rodríguez como responsable de la misma es un indicio de buenos augurios. Los más de ciento cincuenta episodios del podcast Full Frame, en los que se dieron cita las voces más significativas del panorama fotográfico actual, y su espectacular primer año al frente del Centro Andaluz de Fotografía con récord de visitantes en las exposiciones Pérez Siquier, Martin Parr, Ramón Masats o Judith Prat -además de un considerable número de charlas, conferencias y visitas guiadas- respaldan la vocación y compromiso de Juan María con la consolidación y difusión de una cultura fotográfica de calidad. Por eso, no es de extrañar que el primer título de la serie, “Más allá del encuadre” de Alfredo Oliva, haya agotado su primera edición a las pocas semanas de ponerse a la venta y que ya esté listo el lanzamiento de la segunda edición de otros 400 ejemplares.
Pero sin duda, los mayores méritos de este ensayo tienen que ver con la aproximación que ofrece al acontecimiento fotográfico desde una perspectiva psicológica y por venir avalado por Alfredo Oliva, profesor de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla que, además, dirige e imparte el único seminario universitario sobre Psicología y Fotografía acreditado en España. A Alfredo no solo le conocemos por su etapa como colaborador del programa Full Frame -de la que fue cofundador junto a Juan María Rodríguez y a Juan Carlos Cazalla– donde además de contertulio, disponía de una sección de “lecturas” fotográficas, en la que descifraba las claves de algunas imágenes icónicas. Su trayectoria como autor también se puede rastrear en publicaciones como SFM (Sociedad Fotográfica de Málaga), Tiempos Modernos, Inspired Eye, 1:1 Photo Magazine o Street Photography in the World.
Tengo que admitir que el subtítulo del libro, “Psicología del hecho fotográfico”, me puso un poco en alerta, ante la suposición de que se trataría de un despliegue de teorías deterministas, donde la creatividad individual quedaría reducida a respuestas condicionadas a los estímulos exteriores. Así que, con cierta cautela y después de ojear la tabla de contenidos del libro, inicié su lectura para constatar a las pocas páginas como mi prevención estaba provocada por mi más absoluto desconocimiento de psicología y que este texto sería un buen punto de entrada para conocer los fundamentos de algunas cuestiones que, sabidas por intuición o experiencia, intervienen en la práctica fotográfica o intervienen en la percepción visual.
Aunque el lenguaje empleado en el texto es claro y de lectura amena, el ensayo está redactado con rigor académico, tanto por el aparato crítico desplegado, su estructura general, la organización de los capítulos, la metodología de citación y el referenciado de textos sobre los que Alfredo Oliva basa sus argumentos. La intención pedagógica también es evidente, ya que se incluyen hasta ocho cuadros de contenido “clave” que, a modo de corolario, ilustran de forma práctica la parte teórica comentada anteriormente. Desde luego, el texto está pensado para fotógrafos, ya que contiene numerosas referencias a autores y obras que, aunque no se incluyen las imágenes en el libro, están descritas de forma tan explícita que el lector no tendrá ninguna dificultad en encontrarlas.
El texto se inicia con la teoría de la Gestalt, puerta de entrada para comprender algunas de las reglas básicas que “gobiernan” la percepción visual y nuestras preferencias estéticas. El autor explica su origen en el marco del contexto histórico y las ilustra recurriendo a fotografías icónicas. Así, por ejemplo, en relación a la ley del contraste, Oliva no ciñe su aplicación exclusivamente al plano perceptivo y la aplica al plano connotado de la imagen:
”Otra imagen que nos presenta un interesante contraste a nivel de contenido es la fotografía de Cristina García Romero «La tarde, Campillo de Arenas». Esta imagen, que forma parte de su trabajo «La España oculta», fue tomada en 1976 en este municipio de la provincia de Jaén. La fotografía nos muestra a una mujer mayor asomada a una ventana con rejas y a un hombre, probablemente su marido, sentado al fresco en la puerta de la casa. El contraste entre hombre y mujer es muy evidente y refleja de forma clara unos roles de género muy tradicionales y sexistas. La mujer, vestida de negro, parece estar encerrada en una jaula o celda mientras que el hombre se sitúa en exterior como un guardián que vigila sus posesiones”
La tarde, Campillo de Arenas (1978). Cristina García Rodero
Si el capítulo de la Gestalt parece estar más enfocado a la percepción, en el que sigue sobre los estilos cognitivos podremos encontrar explicación sobre distintas estrategias de la práctica fotográfica y reconocer cómo cada una de estas aproximaciones del individuo al entorno (Dependencia/Independencia), su reacción ante la realidad (Reflexividad/Acentuación) y respuesta creativa (Nivelación/Acentuación) se reflejan en la obra fotográfica de distintos autores. Los nombres de fotógrafos que se movilizan en este capítulo para ilustrar los conceptos explicados incluyen a clásicos como Garry Winogrand, William Klein, Sebastian Salgado o Carlos Pérez Siquier, pero también encontraremos autores contemporáneos como Antoine D’Agata, Cristóbal Hara o Rinco Kawauchi. En cuadro 2 se incluye una evocadora aproximación al modo de trabajar y estilo de Saul Leiter, paradigma del modelo cognitivo independiente que conduce a la simplificación de las estructuras compositivas y utilización de una sintaxis visual basada en volúmenes y colores.
Red Umbrella (c.1955). Saul Leiter. Publicada por cortesía de © Saul Leiter Foundation
Los dos capítulos que siguen plantean un pormenorizado análisis sobre cuestiones relacionadas con los elementos de composición básicos (color, textura, líneas, sombras), se hace un apunte en clave semiótica acerca de la ambigüedad y se introduce el controvertido debate sobre la complejidad de la imagen fotográfica que polariza en dos extremos buena parte de las preferencias estéticas y la creación fotográfica. La resolución a este conflicto está en el principio de parsimonia que Oliva enuncia y que ejemplifica recurriendo a una cita de Charles Chaplin: “Una vez completado el rodaje de una película hay que sacudir el árbol y conservar sólo lo que queda bien sujeto a las ramas”.
En el penúltimo capítulo se indaga sobre la utilización de la fotografía como herramienta terapéutica. Aunque por limitación de espacio, que no por conocimientos, el autor hace una sucinta enumeración de casos que ilustran cómo la fotografía ha sido un instrumento eficaz para gestionar procesos traumáticos (enfermedad, duelo, etc), empoderar colectivos marginales o reflexionar sobre diversos aspecto físicos o emocionales del individuo. Se incluyen un buen número de casos, como el proyecto “The Mirror Chair Project” del fotógrafo catalán Agus Prats en el durante 2 años revisita en silla de ruedas los lugares donde se produce una brutal agresion que lo deja en silla de ruedas. Fotografía la propia imagen reflejada en escaparates y espejos se convierte en mecanismo de búsqueda, memoria y aceptación. Para el lector interesado en esta cuestión, el autor oprtunamente señala el trabajo de investigación de Rebeca Pardo (ver La Imagen Desvelada de Sans Soleil Ediciones), quien sin duda es una autoridad en esta materia.
The Mirror Chair Project (2018). Agus Prats. Publicada por cortesía del autor.
Pero sin duda, el último capítulo, dedicado a la creatividad es el postre reservado para concluir este ensayo. Los misteriosos arcanos de la creación, antaño asociados a la intervención divina, son iluminados aquí desde la perspectiva psicológica y aunque no lleguemos a racionalizar completamente el acto último de la creación, el texto explica el proceso que lleva a ese momento, y como distintos artistas desarrollan diferentes estrategias para abordar su producción artística. Por el interés que esta cuestión tiene en particular para la práctica fotográfica, concluyo con la certeza de que muchos lectores, especialmente fotógrafos, encontrarán en este capítulo final una motivación extra para leer este libro con el que se inicia la colección “Mil Palabras”.
Blas González
Abril/2024