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PERDIDA Y ENCONTRADA

agosto 9, 2022

El 10 de mayo de 1996 el artista alemán Joachim Schmid recorrió las calles de Vigo buscando fotografías y negativos tirados. La colecta no fue muy abundante, tan solo 4 fotografías recogidas en las calles de Marqués de Valladares, Príncipe, Venezuela y el Paseo de Rosalía Castro. La fotografía analógica vivía sus últimos momentos y la exigua cosecha era presagio del proceso de desmaterialización que cambiaría radicalmente la práctica fotográfica. En cualquier caso, la estrategia artística de Schmid tiene que ver con el reciclaje de las imágenes y, sobre todo, con el devenir de la imagen fotográfica en el archivo vernacular y en el relato emocional de las personas.

Hoy, caminando por la Travesía de Vigo, encontré un negativo fotográfico correspondiente a la exposición 21 de una tira película en color Kodak (DA-5). Normalmente, los laboratorios fotográficos solían entregar al cliente las fotografías y las tiras de negativos protegidos en unas fundas de acetato, por lo que, ante este pequeño trozo de negativo recortado de la tira original y tirado en el suelo de una calle muy transitado, se abren algunos interrogantes.

Para la fotografía química, el negativo es el «original» de la toma fotográfica. En el negativo se conserva la huella directa, el impacto de luz dejado por el sujeto en un lugar y tiempo específico. Aunque para el aficionado a la fotografía los negativos suelen tener valor potencial, para el público general es un subproducto fotográfico sin un valor específico, ilegible y desechable sin demasiadas consideraciones sentimentales. Aunque las tiendas de fotografía advertían de su utilidad para hacer futuras copias y ampliaciones, es difícil encontrarlos en los archivos familiares. Entiendo que este negativo recortado pudo ser facilitado a alguien con la intención de realizar una copia fotográfica. Aunque es imposible datar con precisión la fecha de la toma, probablemente sea de finales de los 80 o principios de los 90 a juzgar por el atuendo de la joven.

A partir de aquí podemos comenzar a especular… Ante nosotros tenemos la imagen de una joven, de unos veintitantos años, fotografiada en una huerta ¿gallega?, a la sombra de un viñedo, posiblemente al atardecer y posando confiada mientras sujeta con su mano derecha la manzana que cuelga de un joven árbol. En los tiempos de la fotografía química, lo extraordinario y singular del acontecimiento fotográfico -las fotografías se tomaban con moderación y la circulación estaba limitada al ámbito del álbum familiar- generaba un intenso vinculo afectivo con la fotografía. Quizá la fotografía fue tomada para celebrar el primer fruto del manzano plantado por la joven años atrás (aunque no parezca muy afortunada la idea de hacerlo bajo el emparrado de un viñedo). Aunque la joven y el manzano son los actores principales de la fotografía, es indudable que el lugar y las circunstancias del encuentro completan el significado a la escena. Aun así, la imagen no es ininteligible y puede ser un ejercicio estimulante imaginar una explicación verosímil a partir de la imagen denotada y las circunstancias en las que apareció este negativo en la calle.

En la fotografía, mensaje sin código, el significado final está en el espectador. La imagen puede ser más transparente u opaca, pero, en ausencia de código, todas las lecturas son legítimas. Cada espectador proyecta su subjetividad cuando descifra una imagen. Podemos estar de acuerdo en lo que la imagen denota, pero lo connotado pertenece los saberes y conocimientos que cada espectador moviliza como agente social y cultural.

Personalmente, ante esta fotografía me interesan cuestiones que quizá tienen que ver con los aspectos relacionados con el acontecimiento fotográfico (la toma de la imagen y sus actores, el recorrido material e histórico de la copia, destino de la fotografía y efecto sobre el significado): ¿Quién es esta cándida Eva que posa entre frutales y a quién ofrece la manzana en un gesto no exento de simbolismo? ¿Fue ella la última propietaria del negativo o quizá lo conservaba la persona para quien sonríe de forma confiada? ¿Se habrá extraviado este negativo o fue “desechado” por doloroso o ilegible? ¿Cuál será el último destino de nuestras fotografías? Y para las digitales, ¿existe alguna especie de desván digital donde vayan a parar las imágenes olvidadas y desechadas?