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SECUENCIAS: PRINCIPIO Y FIN

enero 28, 2022

Según el fotógrafo y editor de fotolibros portugués André Principe, para comenzar a diseñar un buen libro hay que decidir cuál será la fotografía inicial y cuál será la final. Ambas fotografías tienen una influencia trascendental en el desarrollo del discurso visual de libro: la primera predispone y pone en alerta al lector -o directamente lo sacude y desconcierta, situándolo en un espacio de ambigüedad-, mientras que la última eventualmente recapitula los argumentos del relato visual -siempre y cuando el autor no insista en confundir al lector y disimular los recónditos senderos que conducen al significado final de su obra. Pero lo más importante, pensado el fotolibro de esta manera, se establece un punto de partida y otro de destino, se habilita un espacio posible para una narrativa concebida como el viaje que nos lleva de la primera imagen a la última.

Aunque no tengo muchos fotolibros en mi biblioteca, si dispongo de algunos de esos títulos que se consideran de referencia, entre ellos Los Americanos de Robert Frank, que fue una de mis más tempranas adquisiciones. Esta considerado un libro difícil, un libro que ofrece cierta resistencia a la lógica narrativa (canon) del fotorreportaje clásico, pero en el que se presiente la “regla” enunciada en el párrafo precedente. El libro se abre con una fotografía icónica, la imagen de una bandera norteamericana que ondea en la fachada de un edificio, mostrando dos ventanas tras la cuales se adivina la presencia de dos personas. Los análisis que de esta fotografía se han hecho son casi unánimes, interpretando como la identidad norteamericana se fundamenta antes en torno a la idea del estado/patria que en la del propio individuo, que en la imagen permanece oculto entre las sombras o directamente detrás de la bandera. Algunos comentaristas han sugerido que las banderas que se muestran en el libro delimitan los diferentes capítulos en los que se divide el libro, aunque honestamente, yo no alcanzo a adivinar dicha estructura y me parece que la aparición de las banderas (hasta 6 veces, si contabilizamos como tal “Backyard – Venice West, California”) a lo largo de libro es irregular y episódica. Tampoco se distingue con claridad una línea narrativa continua que recorra todo el libro, y por supuesto la edición que el fotógrafo y Robert Delpiere hicieron en 1958 no se ajusta al itinerario de la ruta que Robert Frank realizó entre los años 1955/56. Antes bien, parece que la edición está organizada obedeciendo a un ritmo sincopado, que interrumpe cualquier conato de secuencia tan pronto como se vislumbra una progresión.

Presiento que el libro progresa desde el espacio de lo público hacia el ámbito de lo íntimo, pero avanzando de una forma muy lenta y sutil: se inicia la serie con la fotografía mencionada anteriormente tomada en un desfile público en Hoboken (New Jersey) y remata con la imagen fragmentada del coche con el recorrió Estados Unidos junto a su esposa y sus dos hijos. Frank se introduce por las fisuras del sueño americano, pensado este como un aliento imaginario de una sociedad en proceso de recuperación y bonanza económica, al tiempo que justificaba la identidad nacional como una herramienta útil para hacer frente solidario ante la gélida amenaza del comunismo soviético; aunque para la mirada de un outsider como Frank puedan resultar evidentes las contradicciones manifiestas del modo de vida americano, la complejidad de describir visualmente los entresijos de todo el sistema representación social americano limita las opciones al ámbito de lo subjetivo. Los Americanos no pretende ser descriptivo e intentar leerlo, bien desde la objetividad o bien atendiendo a un análisis formal de cada una de las imágenes resulta una tarea estéril. Aunque en alguna imagen la disección formal de una imagen favorece la aparición de una capa de significado adicional, en general, este tipo de análisis no aporta ninguna clave adicional para la compresión del libro. Algunos comentaristas apuntan cierto aliento poético o emocional del texto o incluso la influencia del jazz, formas estéticas cuya naturaleza se resiste a la lógica de la sistematización. Me parece arriesgado pretender que la repetición de una característica o defecto formal en la fotografía de Robert Frank es indicio de una decisión estética o conceptual (sobre todo en Robert Frank!!), antes bien, me resulta más estimulante la analogía musical para sugerir cierto carácter improvisatorio en la “ejecución” del fotógrafo suizo.

¿Por qué Robert Frank elige un dispositivo secuencial -el libro- para mostrar su trabajo? ¿Qué consideraciones orientaron cada una de las decisiones en el proceso de edición del libro? El autor da importancia al espacio de la página como elemento retórico, situando cada una imagen en el recto, mientras que reserva el verso para una escueta anotación sobre la fotografía. Aunque el libro funciona como un instrumento relacional de las imágenes, -proporcionando una aparente fluidez visual al conjunto y promoviendo un nivel adicional de significado en los contrastes y continuidades que se sugieren entre una imagen y las que le anteceden y suceden- este no opera como un mecanismo narrativo, como un secuenciador de imágenes que ordena según un patrón cronológico o espacial el discurso de texto. Los Americanos no responde literalmente a la definición de proyecto “ON THE ROAD”, dominado por la linealidad del itinerario con eventuales subordinaciones y digresiones en la narración. Las complejidades y discontinuidades del texto, las recurrentes apariciones de ciertos leitmotiv (automóviles, gramolas, banderas, letreros…) y la indefinición visual (trepidación, grano, subexposición,…) de muchas imágenes revelan la naturaleza elíptica de la obra, donde el uso de “la metáfora y el símbolo” adentraban al documentalismo en un territorio desconocido. Quizá lo que resultó intolerable para el público de los años 50, fue que el primer acoso al sueño americano se produjese desde este áspero discurso poético.

Desfile – Hobokeb, New Jersey (1955/56). Robert Frank
U.S.90, en route to Del Rio, Texas (1955/56). Robert Frank