ALMAS GRISES
No me cuesta imaginar a la autora de estas fotografías escuchando el ciclo de las Cuatro Últimas Canciones de Richard Strauss mientras prepara con esmero estas carpetas en las que obsequia su obra “Almas Grises”; seres crepusculares que se disuelven en un paisaje de sombras o se inclinan ante un horizonte borroso con la misma mezcla de asombro y duda con la que finalizaba el alemán su ultimo lieder: ¿Será esto, acaso, la muerte?
Admito que recibí este sobre procedente de Lorca esta mañana y, conteniendo la expectación- decidí mantenerlo cerrado hasta el atardecer, considerando que sería un momento propicio para descubrir en detalle su contenido. Aunque la autora ha señalado que la impresión esta realizada en una impresora corriente de tóner, no me parece ese un aspecto relevante en absoluto -Daido Moriyama produjo su libro homenaje a William Kein, “Another Country in New York” (1974) en una fotocopiadora Canon-, como la intención estética de este proyecto y el gesto de diseminar la obra entre amigos y conocidos en las redes sociales.
La cuestión estética está resuelta maravillosamente resuelta en la poética que inspiran las imágenes, y en el placer de visualizarlas lentamente, pasando una tras otra en una sucesión que se convierte en cíclica de forma inesperada. Al tratarse de papel corriente no son necesarias las habituales precauciones e incomodidades de acabados más sibaritas, y liberado de tales preocupaciones uno puede disfrutar agradablemente de las imágenes. El ambiente melancólico de las imágenes propicia la contemplación en las últimas horas del día -aunque esto ya son apreciaciones personales, como espectadores tenemos la facultad de elegir el contexto de recepción de la obra y el significado cambia de forma notable según como lo hagamos.
La soledad es leit-motiv de estos “lieder” visuales, cuando no explícitamente -como en el caso de la imagen acompaña esta publicación y sin duda mi preferida-, como en la forma de figuras que apenas se tocan o deambulan en diferentes direcciones. No se representan cuerpos, son almas grises que vagan por un espacio del que tampoco estamos seguros de que sean paisajes reales: a pesar de los elementos reconocibles, se producen desplazamientos visuales y alteraciones de las perspectivas más propias de lo imaginario que de lo terrenal.
Por otra parte, creo que la explicación de que esta obra se encuentre ahora en mi biblioteca tiene más que ver con la generosidad de María Tudela, que con un inesperado giro de la fortuna. Creo que, con este gesto, recuperamos un modo de hacer fotografía como una actividad, poniendo en valor la capacidad que el medio tiene para acercar a las personas y promover el dialogo.
Muchas gracias María