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LA FOTOGRAFÍA COMO ARTE CONTEMPORÁNEO (I)

agosto 4, 2022

Inicio esta pequeña serie más con la intención de recopilar algunos de los autores y reflexionar sobre ciertas obras que se han incorporado a mi “idiolecto visual”, que con ningún propósito “evangelizador” sobre las virtudes de la fotografía contemporánea. Durante el último siglo, arrancando en el movimiento Modernista, la fotografía ha vivido en estado de continua experimentación-evolución-revolución, a la búsqueda de aquellos atributos en los que poder definir un espacio discursivo propio. No sólo para liberarse del peso (y obstinada amenaza) de la tradición pictórica, también para romper las ataduras que vinculan a la fotografía con la realidad y con la memoria.

La fotografía contemporánea no siempre es accesible y leída descontextualizada en estas publicaciones puede llegar a ser ininteligible. Precisamente, la transparencia es el mayor enemigo de la fotografía como disciplina artística. La literalidad deja al espectador en la única responsabilidad de identificar la representación fotográfica con la realidad. La fotografía contemporánea incorpora activamente al espectador en el proceso de resignificación del mensaje. El espectador tiene que experimentar, participar y penetrar el acontecimiento fotográfico desde su conocimiento y sensibilidad. Incluso el rechazo es la más beneficiosa manera de apreciación del arte contemporáneo, ya que la obra habrá conseguido burlar el firewall intelectual para instalarse permanentemente en nuestro inconsciente emocional.

El artista neoyorkino Daniel Gordon puede ser un buen comienzo para esta serie, ya que su reformulación de la técnica de collage, fusionándola con la escultura y la fotografía, integra su obra en una corriente de pensamiento visual que se inicia con las vanguardias artísticas de principios del siglo pasado, continua con los movimientos conceptualistas de los 60 y, en cierto sentido, llega a nuestros días en el hipercollage visual de las redes sociales. En las series de Gordon encontramos retratos, desnudos, naturalezas muertas y paisajes. Gordon dispone sus estructuras tridimensionales para la mirada única de la cámara. Estos collages son simulacros cuya validez solo se verifica desde la posición de la cámara, que la imagen traslada al espectador y este certifica como simulacro creíble. Aunque el artificio salta a la vista, avalado por la reputación de la fotografía, la mirada del espectador se empeña y se recrea en reconstruir la verosimilitud de la imagen…

Nude Portrait. 50″ x 60″, C-Print. (2008) Daniel Gordon